lunes, 20 de septiembre de 2010

Desviaciones de caminos

Hay gente que aparece y algo en tí se transforma. Hay gente por la que te saltas tus principios. Hay gente que te hace dudar de las cosas más establecidas, o que te hace reir sin intentarlo, o cuya sola presencia te es suficiente para estar sereno.



Hay gente que no es simplemente gente.



Y por es mismo, hay despedidas que duelen mucho, despedidas de las que no te hacen soltar ni una lágrima, de las que te doblan en dos... Las peores son las que sabes que son definitivas, sin remedio (sólo la muerte en esta vida no tiene solución)... sólo te queda recordar momentos sueltos, escenas que viviste con esa gente no gente.



Últimamente siento que las despedidas más dolorosas, e incluso inesperadas, vienen a verme demasiado. No sé cuántas debo contar, y son muy distintas entre ellas, pero me hacen pensar, pensar, pensar... Pienso mucho, pienso en las ganas que he tenido siempre de huir, de irme, de no dejarme esclavizar por nada ni por nadie, no dejarme encadenar a ningún lugar, a ninguna persona.



Sin embargo, cada vez más, y con cada despedida, titubeo, dudo, me tambaleo en mi creencia suprema de la independencia. Cada vez me siento más individualista cuando pienso en ser independiente; cada vez estoy más a gusto siendo dependiente. No quiero tener unas aspirar a nada si no están conmigo quienes yo quiero que estén.

Es mentira eso de que nada se olvida, y que los amigos estarán siempre. Tristemente. La amistad hay que cultivarla, día a día, acto a acto; es amor al fin y al cabo, y el amor puede irse como llegó. Ese cariño, familiar, de amigos, o algo más, es lo más preciado que tenemos, lo más preciado que alguien puede darnos, porque va unido a su confianza. No podemos desperdiciarlo así como así, no podemos arriesgarnos con cierta clase de cosas (por eso siempre el algo más es mejor mantenerlo en una simple amistad, para evitar males mayores).



Dicen que quien no se arriesga no gana, pero hay cosas demasiado importantes como para arriesgarlas, que valen mucho más que la propia satisfacción personal.



Echo de menos a muchas personas; demasiadas, pero siempre espero tener el mismo lugar reservado para todas, aunque no sepa muy bien dónde encaja cada una.




http://open.spotify.com/track/7LZaD7c52iKyHxazL7QOuN

2 comentarios:

  1. Las personas no somos independientes por mucho que así queramos que sea.

    Tendemos a depender de los demás, en mayor o menor medida. Y esto nos hace vivir con un constante miedo a perder aquello que queremos y a sufrir cuando tenemos que decir adios.

    Poco podemos hacer para evitar que esto sea así. Yo creo que la unica solución es tratar de aprovechar al máximo cada segundo que pasamos con aquellos que queremos para que cuando, irremediablemente, tengamos que decirles adios no no tengamos la sensación de que quedó algo pendiente.

    ResponderEliminar
  2. Me parece muy bonito lo que has escrito Lams. Primero, te diré que yo soy un poco de las que creen como has dicho en el ideal ese de independencia y que, como todo, me va un poco por épocas.. he tenido rachas de sentirme poco a poco cada día más y más independiente, más capaz como dices de huir, sin mirar atrás y sin pararme a pensar en nada; evidentemente porque sé que a la vuelta esa gente va a estar ahí esperándote. También, como dices, la amistad hay que cultivarla, pero cuando es más o menos fuerte puede superar algunas separaciones temporales (lo que dure nuestra huida). Porque si hay algo que odio de huir, es saber que tarde o temprano volveré.. y, viéndolo así, es como llego a mis rachas de no independencia, de pensar que por más que quiera existen ciertos vínculos muy fuertes que te retienen para siempre, a no ser que decidas tirarlo todo por la borda.
    Otra cosilla, creo que nunca hay que tener miedo a arriesgar, es decir, miedo a que se estropee una amistad por intentar que pase a algo más, no sé.. creo, como siempre, que una amistad debe ser capaz de superar eso y más, la cuestión es cuánto estamos dispuestos a luchar por restablecer esos vínculos.
    Gran entrada :) Las despedidas nunca son definitivas, salvo, como dices, la muerte, claro, y si eres una persona creyente ni por esas.

    ResponderEliminar