martes, 30 de octubre de 2012

Correr

"Si todo pereciera y él se salvara, yo podría seguir existiendo; y si todo lo demás permaneciera y él fuera aniquilado, el universo entero se convertiría en un desconocido totalmente extraño para mí."

[Cumbres Borrascosas - Emily Brontë]



Son angustiosas las indecisiones. Es angustioso decidir.

Comprendo la desesperación de aquellos que me tienen que soportar. Murakami escribió algo que me ha dado bastante paz en "De qué hablo cuando hablo de correr"... venía a decir que no creía que su personalidad pudiera generar simpatía en casi nadie. Que comprendía perfectamente desagradar a la gente, pues poco se puede esperar de una persona que, cuando surgen problemas, por toda respuesta se aleja, se encierra en sí mismo para digerirlo introspectivamente.

Pues bien, yo comprendo perfectamente las quejas de los que me rodean sobre mí. Sufro con ellas. Intento combatirlas. Pero, ¿hasta qué punto puede uno cambiar la configuración de su cerebro?

Me gustaría borrar tantas cosas de mi cabeza... quisiera aprender a vivir hacia afuera. Pero, como decía, ¿hasta qué punto me es posible? Por la razón que sea, mi cabeza funciona más rápido que mi cuerpo; ataca las cosas más rápido. Las repasa continuamente. Las trilla. Las machaca. Me machaca.

Cuánto me gustaría poder actuar de maneras distintas, más francas, más directas. Pero algunos no podemos elegir no correr. Correr no es una opción, es una necesidad vital en ciertas personas.

Decía que me angustia mi propia indecisión, pero conciencia y análisis práctico de todo lo que me rodea son los dos elementos que, combinados, conforman mi cerebro. Y son una mala combinación como para actuar en esta vida. El mismo hecho de que vea pensar y actuar como opuestos define bastante mi manera de procesar el mundo. Con tantísimas posibilidades que se abren a cada momento, ¡cómo poder decidirse por una de ellas! Con qué legitimidad desechar las demás...

Y aquí viene el papel de la música en todo esto. Ella es la que siempre es una opción perfectamente abordable. Totalmente reconfortante. Ella es la que me permite los pocos instantes de equilibrio de los que disfruto. Me anestesia, a la vez que extiende sus límites, abriéndome la mente y clarificando mi pensamiento. Sin ella no sé qué haría, cómo estabilizaría mis nervios para poder pensar después.

Es como la válvula que permite escapar la excesiva presión que me atora las neuronas. Sin ella el tanque corre el riesgo de reventar.

Podéis acusarme de ser acomodaticio. Posiblemente. Y por ello tengo miedo. Me aterroriza la idea de quedarme parado, de estar permanentemente anestesiado, disfrutando de la música del mundo, mirando alrededor y extasiándome con los más mínimos detalles, desentrañando complejas relaciones de la naturaleza, pero completamente incapaz de moverme. Me da escalofríos convertirme en un mero observador, sin voz ni voto en esta vida que me ha sido dada.

Aunque, para ser sinceros, todo me parece tan sumamente complejo, que si sólo fuera capaz de aprender a analizar los ritmos y las notas de lo que ocurre a mi alrededor, podría considerarme completo. Al menos me lo siento ahora, aunque no responda a aquello a lo que supuestamente debería responder. Quiero decir, ¿es que debo considerarme menos completo por no desear las cosas que socialmente se deben desear, por no permanecer en la misma órbita de necesidades? No lo creo.

Pero no quisiera despertarme tras una larguísima lista de reproducción dentro de unos cuantos años para descubrir que no he hecho nada. Que no he vivido. Que sólo he observado. Y que ya es tarde para decidir vivir una vida que hace largo tiempo desechaste por introducirte intelectualmente en los entresijos de las partituras de la realidad.

Conforme se me acumulan las decisiones, se me escapan las ganas, y la música me ofrece una alternativa demasiado reconfortante como para desecharla, quizá la única a mi alcance: escucha y calla. Espera que ocurran las cosas. Y así, sucesivamente, las ocasiones y las experiencias me sobrepasan, me adelantan, me dejan atrás. Las saludo desde la distancia mientras observo cómo se aleja mi vida.

Use your tonight, lose your tonight dice Bon Iver versionando a The Outfield. A eso se resume todo.

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