"Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón"
La calle estrecha, sin apenas luz, se teñía de parduzcos colores, y sucios grises arañaban los chatos edificios que se arremolinaban, tratando en vano de alcanzar un pedazo del escaso aire existente en aquella asfixiante atmósfera.
La travesía comenzaba nada más torcer la esquina. ¿Será esta? No, no, esta seguro que no... ¿Quizá la siguiente? Uhm... es posible. Vueltas, vueltas, vueltas. Locales vagamente familiares, con variopinta mezcla de animales urbanos salpican el viaje.
Por fin,el letrero aparece a lo lejos, escondiéndose. Pero no para tí; su color se graba en tu retina: es lo que buscabas, ahí está, aunque no lo encontraras desde hacía siglos. Una (otra) vuelta a casa.
Pesado es la palabra que buscas para definir su aspecto exterior (e interior). Sí, sin duda, es un lugar pesado. No dejará de resultarme curioso cómo a veces es posible definir lugares con adjetivos que no parecen venir a cuento, que les son extraños; maravillas del lenguaje, pienso antes de introducirme en ese gran desván que esos lugares paradójicamente definibles siempre merecen ser visitados, siempre serán interesantes y curiosos.
Tras la pedante reflexión de profunda admiración hacia el castellano, coges la manilla, y empujas con impaciencia, absorviendo algo agobiado los primeros efluvios.
Huele a historia, a viejo, a tiempo. Huele a historias ocultas, a viejos ya muertos y a otros tiempos. Y huele a polvo. Porque el polvo huele (o al menos para tí, algo alérgico a esos bichillos alegres llamados ácaros, huele).
Y es entonces cuando la mirada se te pierde, te tambaleas entre la marea de letras que te rodea, que te aplasta, llamándote. ¡Hay tantas cosas por comprender, tantas historias por vivir allí dentro!
Te sientes un tanto raro, porque esa ilusión solo puede calificarse como friki. Pero te sientes bien allí, entiendes más ese submundo que el tuyo propio. Da gusto moverse entre lo controladamente desconocido.
Porque perteneces a esa clase de gente que se entiende mejor con un libro viejo que con las personas de verdad.
Y es por eso que esa librería de antiguo te llama, y cada uno de sus rincones se revela ante ti como un tesoro, como aquellos tesoros que sólo de niños éramos capaces de encontrar.
Tras varias vueltas leyendo nombres nunca antes escuchados, lo encuentras. Lo tocas, y te raspa; en el mismo momento en que lo empiezas a hojear, empieza en tu mente una historia paralela a la que cuenta el propio libro: la de las personas que lo tuvieron en sus manos antes que tú.
¡Imagínate, amigo, tener todas las historias del mundo en un sólo ejemplar!
Guau me ha encantado Lams! Qué genial sensación describes, genial por lo rara o friki y escasa, o más bien por lo olvidada que está; me explico, creo que es de un gran valor y está en desuso, como todo lo de verdadero valor últimamente. Me apasiona eso que describes y al mismo tiempo me da cierta cosa, porque yo tb me entiendo mejor con un libro viejo que con las personas. Supongo que no es ni bueno ni malo, pero.. tiende a escamarme aquello que no puede ser considerado del todo bueno.
ResponderEliminarFelizzzz navidad :)