Antes, todo los caminos eran de ida.
Ahora todos los caminos son de vuelta.
La casa es acogedora, los libros, los justos.
Y yo mismo preparo el té para los fantasmas.
[Mario Benedetti]
Ahora todos los caminos son de vuelta.
La casa es acogedora, los libros, los justos.
Y yo mismo preparo el té para los fantasmas.
[Mario Benedetti]
Creas tu burbuja, tu mundo, ese espacio al que nadie puede acceder sin tu permiso. Lo ocupas de los necesarios, de los imprescindibles, y lo proteges como si su frágil ecosistema pudiese ser roto por cualquier leve brisa. Oclusivo y claustrofóbico, el ambiente se enrarece, sin darte cuenta.
Sólo te preocupas de mantener constante tu respiración, para no alterar el conjunto. Expiras. Inspiras. Vuelves a expirar lo poco que te queda.
Pero el aire ya no es el mismo, notas una leve alteración en su olor y enrarecida consistencia. Entonces, sólo entonces, levantas la vista para percatarte de que el lugar se ha quedado prácticamente vacío. Los que hicieron de aquel sitio tu hogar han huido, en aterradora desbandada, y sólo los cuatro ensimismados pensadores que comenzaron la andadura permanecen centrados en su propia respiración en su interior.
Gritas a los que están fuera, pero no te escuchan, quizá ni te oigan, separados de tu mundo por una barrera en exceso infranqueable. Tampoco los que están dentro entienden lo que dices; aunque lo intentan, siguen demasiado concentrados en sus propios gritos dirigidos hacia los desertores.
Pero llega un momento en que gritáis a la vez, de forma aguda, irritante, insoportable, y la burbuja de vidrio estalla al fin en mil pedazos, desatando de manera ensordecedora vuestro clamor. Algunos de los de fuera, los que salieron sólo a respirar vuelven a tu lado. Hay otros que se pierden en la distancia, buscando un horizonte bien distinto a aquel de pedazos de cristal esparcidos por el suelo, en parte ensangrentado, bebiendo de tu propio cuerpo.
Un mundo nuevo se presenta ante ti, y, junto a ellos, te lames las heridas y preparas la maleta hacia un futuro distinto. Tienes ansias de libertad, deseos de una inmensidad tan utópica que ningún hombre la ha soñado todavía. Y, aun sabiendo que no vas a encontrarla, te vas, mientras apartas los pedazos que quedaron en el suelo, y mirando atrás lo justo; pudiera ser que lo que vieses te hiciera quedarte atrapado para siempre.
No obstante, y contra todo pronóstico, tu burbuja, la de dentro, no se ha roto, sino que se ha expandido, siendo ahora libre en atmósferas más benignas. Campa a sus anchas por tu cuerpo, y hace que ese mundo que tú creaste, quizá artificialmente, a tu alrededor, crezca en tu interior como nunca lo hizo en el exterior. Inspiras. Inspiras más. Sigues inspirando. Y expiras de manera selectiva, sólo aquello que ya no te sirve, manteniendo bien dentro todo aquello que alimenta tus pulmones y tu espíritu.
[Júrate esta noche que no te convertirás en lo que siempre has odiado] Cyan - Esos niños
Tienes por delante un año que trae muchísimas cosas diferentes: nuevas compañías, nuevas situaciones, lugares desconocidos que te empezarán a resultar familiares poco a poco....
ResponderEliminarTienes muchísimo que aprender. No desaproveches ni un mísero segundo de esta experiencia para crecer más y más.
Pero ya verás, sucede siempre que no se va fuera, que también empezarás a darte cuenta de lo que realmente valorabas de tu "vida anterior" y te propones cuidar cuando vuelvas todo aquello que te hacía feliz: una simple tapa, unas vistas de tu ciudad, una clase en tu facultad...
Espero que vengas con la burbuja llena de cosas nuevas pero que los de siempre tengamos un sitio :)
Sé que todos soñamos con crecer y marcharnos algún día, aunque sea para volver. Que todos queremos independencia, romper el cascarón y conocer cosas nuevas. No sé, supongo que es lo suyo, que todos lo queremos y además lo necesitamos.
ResponderEliminarSin embargo, cuando ocurre, el volver parece que quedara muy lejos, y no parece que se pueda volver de la misma forma. Cuando vuelves, no vuelves para quedarte, volverás a irte, y volverás a volver (qué redundante)... Porque así somos las personas, una vez que soltamos el ancla o rompemos el cascarón, estamos continuamente yendo y viniendo, aprendiendo, viviendo, y nunca serás el mismo de hoy ni el mismo de ayer. Y eso es bueno, o si no bueno, es normal. Me gusta que nos ocurra, creo que es crecer y punto.
Me cuesta aceptarlo, pero veo que llega el momento de que los que me rodean rompan el cascarón, y siento miedo, miedo porque cuesta desprenderse de lo que hay, porque sabes que las cosas serán.. otras cosas, quizá mejores, quizá diferentes.
En fin.. no creas que me pongo en plan pesimista total por tu erasmus jeje! En realidad es porque también veo que mis hermanas abandonan el nido inminentemente, que Ana se va.. cosillas que pasan!
Que disfrutes de tu Tokio!