Bienvenida a Tijuana

"En ciertos oasis, el desierto es sólo un espejismo"
[Mario Benedetti]

Ella estaba en su rincón. Ella vive su vida.

Ella no sabía dónde estaba, tantas veces había cambiado, había huido. Vuelo tras vuelo, iba cosiendo el mundo. No sabía muy bien qué mundo, o el mundo de quién, pero tejía insistentemente.
Decía tener sueños, quería tener historias que contar. Valores, ideales, un futuro.

Ella era una utópica. Se le notaba al bailar. Sé reconocer a los utópicos cuando les veo escuchar música y mover incontrolablemente los hombros primero, saltando después sonrisa al viento. En vez de neuronas tiene nubes; porque entre las nubes también hay corrientes eléctricas, ¿sabéis? No son como las neuronas, son más anárquicas, van y vienen, de forma adireccional, o pretendidamente caótica, y, de repente, pueden caer al suelo de forma dura, rápida, feroz. Sus ideas salen así, de repente, afiladas y directas sus palabras. Ella es capaz de hacer llover. Sé que si se lo propone, puede hacerme llover.

Ella era rubia, y morena, y más bien alta, aunque podía llegar a parecer baja. Aspecto menudo, en cualquier caso. Pero para menudos, sus ojos, con más vida que los de diez gigantes.

Pero no está pensada para estar aquí, ni allí, ni en ningún lado. No hay sitio para ti, rubia. Siéntate más allá si quieres. Mejor un poco más allá. Este mundo no es para ti, rubia.

Vuelve a tu rincón. Vive tu vida.