«Hacer llorar es el único pecado en el que creo»
[Ana María Matute]
[Ana María Matute]
Dejo de lado una entrada que tenía a medio escribir para hablar de cosas importantes. Algo entre prosaico y metafísico, un engendro raro. A ver qué sale.
De lo que dejamos atrás, de lo que tenemos por delante.
De lo que vemos, de lo que intuimos solamente.
Para hablar de lo visible, y lo invisible. Ardua tarea, ¿verdad? Apenas alcanzo a comprender lo que veo. Apenas veo lo que creo comprender. Qué presuntuoso ponerse a hablar de lo que ni siquiera vemos.
Pero es lo interesante, lo importante. No lo que hemos vivido, la gente que hemos conocido, los lazos que hemos creado; al fin y al cabo, lo que ha de mantenerse, se mantiene, lo prescindible desaparece. Es el ciclo de la vida ese del que tanto se habla... el mundo se las apaña sin nosotros darle demasiados motivos, así que despreocupémonos un poco. Como decía, no lo que nuestros ojos, mente, corazón o rabo hayan probado, sino lo que está por conocer, y más aún, lo que está por desconocer. ¡Hay tantas cosas, amigo!
Por eso digo que dejemos de preocuparnos por mantener tensos los vientos de la carpa que nos cubre, porque si una tormenta ha de echarla a volar, lo único que va a importar es que esas cuerdas estén bien ancladas y sean recias. Que quien ha de quererte siempre te va a querer. Que quien ha de olvidarte nunca te ha recordado.
Y que no os pese la amistad alejada, que si es verdadera nunca se fue. No está tan lejos como parece. Que no, en serio, que son tonterías de nuestros cerebros desocupados. Que si ha de marchar, marchará, pero quién te dice que no te pide un baile dentro de diez años. Tú sólo ocúpate de actuar como debes (que no tiene nada que ver con actuar como el mundo espera; tú eres lo que tu conciencia te deja en el fondo)
No seamos tan ingenuos de creer que podemos medir todo, hasta los lazos que nos unen, hasta su fecha de caducidad, hasta su grosor y longitud. Porque no hay lazos visibles, sólo podemos intuirlos en ocasiones, se sienten muy dentro, tirando de nosotros como un resorte.
Ante situaciones que no nos esperamos, o que son pura rutina; hacia lugares nuevos, salvajes objetivos, o aquellos que nos sirven de refugio; con personas que conocemos bien o con extraños que nos encontramos por la calle.
Es lo genial de las personas, lo impredecibles y caprichosos que son nuestros sentimientos y preferencias hacia todo en este mundo. Y he de decir una cosa, me siento tremendamente afortunado, porque raro es el día que no siento esos lazos arrastrándome de un lado a otro. Es lo que me mueve, aunque muchas veces no sea capaz de saber qué son.
Hoy me acuesto sintiéndome lleno, extrañamente lleno, como si esa sensación que tenía de vacío fuese el típico hambre que tiene hartura (que no es hambre ninguna!). Por hoy, no necesito más, estoy saciado.
Jo Lamsfus.. leyéndote y poniéndome al día en tus sabias conclusiones y pensamientos.. me doy cuenta de lo muchísimo que ya te echo de menos.. y no es en plan triste (ya sé que no es un adiós, que es un hasta luego :P) pero.. te pido un baile para dentro de poco eh! como mucho como mucho Navidad, que aunque las amistades verdaderas aguanten y resistan, reconozco que a mí no me gusta tenerlas falticas (sabes que yo eso del hambre no lo llevo bien!:P). Te quiero!
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