Sois sage, ô ma douleur, et tiens-toi plus tranquille!!!
[Baudelaire]
Me gusta la idea de tenerte, pero tú no me gustas.
Me encanta poseerte, en todos los sentidos, pero nunca fui materialista... qué incoherente soy. No me gustas, no me aportas, no sé siquiera si me caes bien.
Y hay algo que cambió, y que posiblemente no tenga vuelta a atrás; bien lo sé, pero no soy capaz de arrepentirme. Me niego a renunciar a la vida que me dio el sentirme especial durante unos instantes al día ¿Tan estúpido fui? Permíteme dudarlo.
Permíteme renunciar a esa necesidad que me creas de sentirme estúpido, porque no lo fui. Porque para poseer hay que entregarse. Y nunca nos entregamos; no sé si no quisiste o si no pudiste, la verdad es que poco me importa, porque prefiero que ni siquiera lo hubieses intentado. Entonces, mi conciencia quedaría aún más tranquila.
Yo no me di, tú no te diste. Ni te di, ni me diste. Me utilizaste lo mismo que yo te utilicé. En eso se basa nuestro asqueroso mundo, al fin y al cabo. Tú para tus fines, para mí desconocidos, yo para sentirme bien.
Porque yo lo único que busco, a estas alturas de la vida, en las que el desánimo me puede, es encontrar situaciones que me hagan estar a gusto. No busco una felicidad demasiado trascendental, ni tan siquiera un amor ultraterrenal. Me conformo con la tranquilidad y la serenidad.
Sé que es triste, sé que es poco, pero es lo único a lo que mi mente me deja aspirar, la única altura a la que mi alma pesada me deja elevarme.
Quiero que llegue el día en el que pase página, en el que la carta del amante desubicado adquiera un remite. Pero siempre escribo el mismo, y mi razón se está empezando a cansar de borrarlo. Y ya no hay goma que borre lo que el papel tiene grabado con firmeza. Y ya no hay tinta capaz de escribir otras palabras.
Mandaré la carta, y recorrerá el mundo, y todas las personas que deben la leerán. Y ya no sentiré que me has utilizado, X, ni tampoco que yo te he utilizado, porque ya no importará nada.
Porque la verdad llegará, y con ella una serenidad que no alterará ninguna situación. Y con dicha serenidad permanente, seré capaz de buscar más allá, sea lo que sea aquello que estoy buscando.
Decía Thomas Mann que lo verdadero es lo que conviene al hombre. Venga a mí la verdad, pues.
Decía Thomas Mann que lo verdadero es lo que conviene al hombre. Venga a mí la verdad, pues.
No hay comentarios:
Publicar un comentario