Son las mentiras piadosas que apartamos sobre los problemas que apartamos, justo esas, que no queremos reconocer por nosotros mismos, que no queremos reconocer o que no queremos decir a los demás, a los más cercanos, a los amigos, porque no queremos enfrentarnos a ellos, no queremos hacerles daño, porque no queremos hacernos daño a nosotros mismos, así que nos mentimos a nosotros mismos y entonces, llegamos así a preguntarnos "¿tengo de verdad la vida que realmente quiero tener, tengo el trabajo que quiero tener, vivo con la mujer, o con el hombre, con quien de verdad quiero vivir?", en fin, todas estas preguntas un poco existenciales y zasca, acabamos por no poder ya más ser honestos.
[Les petits mouchoirs]
Es un bucle, un círculo vicioso en el que ya no sabes cuándo empezaste, qué es mentira y qué es verdad, qué te importa y qué no. Mantienes la postura que estás acostumbrado a mantener, aunque las rodillas te manden ominosas señales de fatiga.
El ocultar(te) lo que quieres acaba por hacerte olvidar qué es lo que querías, y de repente te encuentras sólo, en medio de no sabes qué mierda de carretera secundaria, oscura, rodeada de escarpados terraplenes, con coches pasándote a toda hostia. Te encuentras allí, pensando, qué coño hago yo aquí. Y alguien, desde una ventanilla de uno de esos coches te dice mientras te tira un cigarrillo, no sé, ni me importa, pero quítate de ahí, gilipollas, o todavía te atropello.
Bajas la cabeza, entonces, y das un paso al frente. Atropelladme, para que al menos sienta algo, aunque sea el dolor definitivo. Esto no tiene sentido alguno.
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